lunes, 26 de mayo de 2014

¿ ALGUNA VEZ LE DIJERON "SEA RACIONAL"...?


Por naturaleza los seres humanos somos racionales, emocionales y conductuales. Pero, ¿cómo empleamos la razón, los sentimientos o la conducta?, en otras palabras ¿Cómo usamos la inteligencia racional, la inteligencia emocional y la inteligencia conductual?. Hay personas que tienen conductas con finales felices, y cuando se les pregunta: ¿cómo lo hizo?, responden (razón) no sé, pero funcionó. Nos podemos dar cuenta claramente que esta persona no sabe cómo usa su inteligencia lógico matemática, tampoco puede transmitir a otros su experiencia, sin embargo soluciona sus problemas satisfactoriamente.


Hay otras personas que dicen: “prefiero ser racional, controlado y no hablar de los sentimientos”. Otros dicen “es que yo soy tan sentimental y no entiendo que es lo que me pasa”. La realidad es que todas las personas nos enfrentándose a la racionalidad y/o a la emocionalidad de manera constante, la diferencia está en que simplemente hacemos personas no estamos usando a cabalidad nuestras inteligencias. Por ejemplo, la persona que respondió: “no me pregunte cómo lo hago porque no sé, pero que funciona, funciona”; en este caso tiene éxito con la inteligencia conductual, lo hizo intuitivamente (inteligencia emocional), pero no puede enseñarle (inteligencia racional) a otros cómo lo hizo.


Pero no nos hagamos problemas, ya sabemos que el ser humano es esencialmente emocional y sus pensamientos o conceptos dependen de cuál sentimiento es el que está predominado al momento de  llevar a asumir una conducta determinada. Recuerde que el éxito o el fracaso en la vida, en relaciones interpersonales y en especial en la relación de pareja, está dado por el USO ADECUADO Y ARMÓNICO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y RACIONAL. No debemos porque  enfrentarnos a la emocionalidad, ni tampoco a la racionalidad; es necesario desarrollar nuestras inteligencias juntas; tanto la emocional, la racional y la conductual debemos buscar siempre y /o hacer en lo posible que estas funcionen de manera armónica, de tal manera que ninguna bloquee a la otra o se hagan competencia, porque si esto sucede estaríamos armando conflictos que nos harán sentir INFELICES…


Lizman Mondragón López
Psicólogo Clinico.

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