Por naturaleza
los seres humanos somos racionales, emocionales y conductuales. Pero, ¿cómo
empleamos la razón, los sentimientos o la conducta?, en otras palabras ¿Cómo
usamos la inteligencia racional, la inteligencia emocional y la inteligencia
conductual?. Hay personas que tienen conductas con finales felices, y cuando se
les pregunta: ¿cómo lo hizo?, responden (razón) no sé, pero funcionó. Nos
podemos dar cuenta claramente que esta persona no sabe cómo usa su inteligencia
lógico matemática, tampoco puede transmitir a otros su experiencia, sin embargo
soluciona sus problemas satisfactoriamente.
Hay otras
personas que dicen: “prefiero ser racional, controlado y no hablar de los
sentimientos”. Otros dicen “es que yo soy tan sentimental y no entiendo que es
lo que me pasa”. La realidad es que todas las personas nos enfrentándose a la
racionalidad y/o a la emocionalidad de manera constante, la diferencia está en
que simplemente hacemos personas no estamos usando a cabalidad nuestras
inteligencias. Por ejemplo, la persona que respondió: “no me pregunte cómo lo
hago porque no sé, pero que funciona, funciona”; en este caso tiene éxito con
la inteligencia conductual, lo hizo intuitivamente (inteligencia emocional),
pero no puede enseñarle (inteligencia racional) a otros cómo lo hizo.
Pero no
nos hagamos problemas, ya sabemos que el ser humano es esencialmente emocional
y sus pensamientos o conceptos dependen de cuál sentimiento es el que está
predominado al momento de llevar a asumir una conducta determinada. Recuerde
que el éxito o el fracaso en la vida, en relaciones interpersonales y en
especial en la relación de pareja, está dado por el USO ADECUADO Y ARMÓNICO DE
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y RACIONAL. No debemos porque enfrentarnos a la
emocionalidad, ni tampoco a la racionalidad; es necesario desarrollar nuestras
inteligencias juntas; tanto la emocional, la racional y la conductual debemos
buscar siempre y /o hacer en lo posible que estas funcionen de manera armónica,
de tal manera que ninguna bloquee a la otra o se hagan competencia, porque si
esto sucede estaríamos armando conflictos que nos harán sentir INFELICES…
Lizman Mondragón López
Psicólogo Clinico.
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